Nuestra mente, a través del material cognitivo con el que trabaja, tiene un gran poder. Nuestros pensamientos pueden cambiar la manera en que nos comportamos, las decisiones que tomamos y los sentimientos que experimentamos. Es decir que nos influyen mucho, más de lo que creemos.
La mente: ¿aliada o enemiga?
Todo depende. ¿De qué? ¡De lo que pensemos! Es frecuente decir “estoy cansado, no puedo aguantar más” e inmediatamente después tener ganas de echarnos a dormir tres días seguidos.
No olvides que el cuerpo y el cerebro trabajan para complacerte, y especialmente el primero tiende a hacerlo a corto plazo. Sin embargo, también pueden llegar a ser una especie de genio de la lámpara que obedece sin protestar los deseos de su amo.
A diferencia de lo que creemos, no es la mente la que nos dice lo que tenemos que hacer o cómo debemos sentirnos… ¡Sino todo lo contrario! Somos los responsables de cómo nos sentimos. No podemos echar la culpa al entorno, a los políticos, a la economía o a nuestro jefe… todo reside en nuestro interior.
Claro que siempre es mucho más fácil buscar el responsable en el otro o en algo ajeno. De esta manera no tenemos la posibilidad de aprender, cambiar y mejorar.
Tampoco se trata de ser la persona más positiva del mundo y andar por la vida buscando el medio vaso lleno de cada situación, sino de saber que hay pensamientos que nos ayudan y otros que nos perjudican.